Hace unas semanas adquirí un par
de juegos nuevos, uno gracias a los días locos sin IVA de Mediamarket
(Spartacus a 25 pavos: Y Me Voy A La Ruina Escurridizo) y el otro como regalo
de cumpleaños muy, muy, pero que muy atrasado.
Y como teníamos la tarde tonta
decidimos echar un par de partidas de prueba a ambos juegos.
El primero con el que nos pusimos
fue Cadwallon: Ciudad de Ladrones. Al abrir la caja ya daba muy buenas
vibraciones, tablero grueso y de muy buena calidad, miniaturas molonas, cartas
que no se rompen con mirarlas, vamos muy bonico todo.
Ciudad de ladrones, un juego muy
bonito visualmente y sencillo
|
Ahora eso sí, el juego viene con
4 tarjetas de misiones a doble cara, el problema es que son enormes y no sirven
más que para poner 3 cartas de tamaño pequeño, mover el turno y algo de
información sobre la misión que tienes que jugar. Se podría haber hecho en un
tamaño mucho menor para no tener que ocupar un cuarto de mesa con esa tarjeta.
Bueno, el juego es muy sencillo.
Cada jugador toma una banda (formada por 4 miniaturas), 7 fichas de acción y
cinco cartas de arcano, estas te ayudan o dificultan a tus rivales. En la MEGA
tarjeta de misión se ponen 3 cartas de misión, en cualquier momento de la
partida puedes gastar 3 puntos de acción y conseguir una para ganar doblones.
El turno básicamente es: robar
una carta de arcano, mover uno de los guardias y gastar tus puntos de acción
para mover y hacer acciones con tu banda. YA ESTÁ.
El juego lo gana aquel jugador
que haya conseguido más doblones al final de la partida, estos se consiguen
robando en las distintas casas del tablero, con las cartas de misión y atacando
a los miembros de bandas rivales.
La banda ganadora se alza con la
victoria en Cadwallon
|
Un juego muy, muy sencillo que se
puede jugar en media hora. Personalmente, echo en falta algo de variedad en los
personajes, ya que aunque cada uno tiene una habilidad, todos son iguales en atributos.
Por lo que al orco le cuesta lo mismo que a un humano abrir un cerrojo y tiene la
misma fuerza el guerrero de dos metros enfundado en armadura de exterminador
que el enano que va en bolas por la calle. Pero supongo que está hecho así para
no tener que estar echando mano de las tarjetas de los rivales cada dos por
tres.
La partida se desarrolló bastante
rápida y nos dejó tiempo para centrarnos en el Spartacus.
Jugamos la partida como debía jugarse,
pactando, traicionando, comprando, traicionando, luchando y traicionando. El único
problema es que éramos tres, por lo que el juego pierde fuelle. Poco que contar
sobre el tema reglas que no haya dicho ya (tenéis una bonita reseña en este
mismo blog).
Dioses de la arena
|
Al final, se alzó con la victoria
Johan llevando la casa de Batracio. En segundo lugar quedó Lorena con el
ponzoñoso de Glabro y un servidor, tercero y ultimo con Salchichonio (sin lugar a dudas,
por las intrigas y traiciones que sufrí a manos de mis rivales). Mi consejo de para este juego es: si podéis matar a Espartaco, hacedlo. Sin contemplaciones, da igual quien
lo lleve. El tío es un killer de cuidado. Un par de tiradas tontas sacando
dobles y te tronchara a cualquier gladiador que haya en la partida. O si no podéis
matarlo, robadle el puesto de Anfitrión a quien lo tenga para que no pueda
jugar de ninguna de las formas en la arena. Fue por esta razón por la que mi
pobre, pobre dios de la arena se quedó sin pelear las veces que yo no era el
Anfitrión.
Y mi última aportación es: Ashur
es el auténtico amo de la serie. Nunca te fíes de un cojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario